viernes, 23 de julio de 2010

Sólo lo intuyen los labios cuando beso

Un sólo de luna
saquea hoy mi corazón.
Tanteo sus límites.
Desearía conocer
todos los alientos,
el reflejo de su vivir
en el borde de la herida,
el sentirse traspasado
y anodino vagar
turbulentas las entrañas...

Si nuestra memoria guardara
alguna brisa del otro mundo,
del muro ciego,
del cobertizo del cielo,
del lugar donde se imprimieron 
todas nuestras huellas...
De esa densa sustancia
que liquida nuestras formas,
no las que sólo vemos,
no las que sólo tocamos,
sino también esas otras...
las que sólo intuyen los labios cuando beso,
los dedos sabios cuando caricia,
cuando abrimos nuestro corazón
al grito de las estrellas,
las que rabian por enseñarnos
la gramática del amor.
Esa desesperante creación
en que consiste cada deseo,
ese trémulo incurrir en el delirio,
en la más palpable forma de ser tiempo.
El que se arranca las espinas a lametazos
sabiendo ser minucioso, conciso,
radiante y pleno.
Sentirse con
te hace andar despierto,
sobrado de sueños por los que perderte...
Sol cuando invierno,
nube cuando niebla,
rocío cuando calima aprieta.
Y no hay encuentro inoportuno,
exámen de alma,
culpa ni perdón.
Perderte puedes apenas
en el corazón de una magnolia
y dejar pasar la muerte,
ahogar la angustia
en este destierro voluntario
que el querer te ofrece.

Diría que a veces es conveniente
no quitarnos otra boca de la boca,
desasirnos de la existencia
en la fundente unión de los cuerpos
persiguiendo todos y nadas,
profesando sólo creencia carnal.
Esferas vibrantes de deseo
que ruedan dulcificándose
y abrasan,
cielo en llamas,
mar en calma,
alacridad evidente.

jueves, 22 de julio de 2010

Malbarates botons de la meua brusa/ Desperdicias botones de mi blusa

De mi libro inédito "SEDA SALVAJE".
(Traducido al catalán por Pere Bessó)
Malbarates botons de la meua brusa
com qui desgrana, inconscient, una panolla
al compàs de l’aigua que s’escola, tenaç,
pel teulat de la casa.
Es desborden les teues mans
entretingudes amb els fils de la nit
i l’olor a poma verda entapissa
els plecs del meu camisó.
Continua la persiana amb el seu balandreig rutinari
i el zum-zum de la foscor més pegallosa.
Desperdicias botones de mi blusa
como quien desgrana, inconsciente, una mazorca
al compás del agua que se cuela, tenaz,
por el techo de la casa.
Se desbordan tus manos
entretenidas con los hilos de la noche
y el olor a poma verde tapiza
los pliegues de mi camisón.
Continúa la persiana con su bamboleo rutinario
y el zumbido de la oscuridad más pegajosa.
***

martes, 20 de julio de 2010

Cuando el hambre aprieta II

"Si comes demasiado poco,
estarás hambriento como un cuervo.
Si comes hasta hartarte,
sufrirás dolores de estómago.
Si comes poco,
el resultado será mal humor, sequedad e indigestión.
Come el alimento de Dios,
 y fácilmente digerirás los nutrientes,
navega como un barco en el océano del espíritu.
Sé paciente y persistente en el ayuno,
y recibirás sin esperar,
pues el hombre ahíto
no espera el pan, sino
que se pregunta cuándo llegará la hora de comer.
A menos que tengas esperanza,
la generosidad del alimento de Dios no vendrá a ti.
Practica la espera como un ser verdadero,
por el bien de los platos de la dicha.
Al final todos los hambrientos encuentran comida,
pues el sol brilla para todos.
Si para tu huésped principal sólo tienes alimentos pobres,
trae los mejores.
No dudes en ser un generoso anfitrión.
Pues la ladera de la montaña encumbrada
siempre espera el sol brillante del amanecer."
RUMÍ

martes, 6 de julio de 2010

Cuando el hambre aprieta...

"-La ilusión no se come -dijo ella -No se come, pero alimenta -replicó el coronel."
Fragmento de "El coronel no tiene quién le escriba" de Gabriel García Márquez.

Tiene la potestad de alimentarte y en su obstinación refleja un mundo que no deja cobijo a las sombras, colorea los menesteres diarios, procura agrado a pesar de que te desvela, reaparece cuando menos te la esperas, tras una palabra, una voz, una caricia...
Sabes que siempre estaba ahí, tras tu silueta, la que disciplinadamente ven de ti quienes se te acercan, aunque no siempre es fácil darle caza. Tantas veces siendo esfinge, que ahora no sabes casi glorificar su llegada, hacerle los honores, darle la bienvenida que se merece.
También sabes que se asusta fácilmente, que igual que como semilla germina y crece lentamente, hay hielos, púas y metales que dispersan su sustancia con la misma sencillez con la que soplamos una mota de polvo y ésta parece desaparecer.
¿De qué materia estarán hechas las cosas importantes? ¿A qué oculta química o alquimia responden? No siguen leyes humanas por más que sus efectos y consecuencias agiten nuestras conciencias, nos sacudan, estremezcan o desplomen.
¿Quién se atreve a seguir la trayectoria de un beso? ¿Qué extraña hipérbole dibuja la línea de la felicidad? La secuencia exacta de átomos que se desplazan desde el comienzo del universo para hacernos llegar un momento de plenitud no sigue reglas estrictas y se descompone con la misma facilidad con la que desbaratamos un castillo de naipes.
O sí, o hay un orden dentro del caos que nos impulsa y en el que podemos perdernos y hallarnos, vidas dentro de una vida, habitaciones innúmeras en la casa que nos cobija, el mundo-estancia, el útero-madriguera-selva en el que cada uno tiene su sitio aunque a veces, por más que lo busques, no lo encuentras.
Sin manual de instrucciones es fácil perderse, convulsos expansionarnos sin rumbo o pudrirnos en un rincón.
Los grillos despliegan su canto, los árboles nos ceden sus hojas, pero no avanzamos mucho más, no alcanzamos a desvelar el secreto, vamos a trompicones por la senda, cayendo y levantando ...
Por eso, cuando el sol de la ilusión caldea un poco nuestros huesos doloridos sentimos nacernos el fulgor, el deseo de mudar la piel, de batirnos frenéticos en el abrazo que nos parta, -que nos aglutine y disuelva- todo en uno. Ardimiento, marasmo denso que te arrulle y astille, y atragantarnos con su música y dejarnos ir así. Si se pudiera...