“No es tiempo de madrigales”-nos dice-
A contraviento pide“que el monte gima”,
“que se llenen de nubes los desiertos”,
que vuelvan las aguas de los ríos a su nacer
si fuera necesario,
que no la compadezcan.
La simple arquitectura de su sombra
nos sigue hablando de fronteras,
de identidades nómadas,
de mudadizos muros…
- "Hasta que el océano se acabe...
estaré aquí."
Saca su corazón
y nos lo da a beber.
Aminetu, la dilatada,
la que sonríe tras la furia
de los corceles del miedo,
la que sabe ser
en el grito y en la duna,
alba caliente de sus manos,
se consume su arrebol.
Y si son las piedras las que gritan
porque el odio alimenta sus hendijas,
no me taparé los oídos.
Escuchemos juntos
Escuchemos juntos
cómo la tierra se retuerce,
para avanzar por la zona en sombras
de las nubes de sus cielos,
extenuadas de tanto gemir.