domingo, 29 de noviembre de 2009

Aminetu -la dilatada, la que sabe ser...


No es tiempo de madrigales”-nos dice-
A contraviento pide
que el monte gima”,
que se llenen de nubes los desiertos”,
que vuelvan las aguas de los ríos a su nacer
si fuera necesario,
que no la compadezcan.

La simple arquitectura de su sombra
nos sigue hablando de fronteras,
de identidades nómadas,
de mudadizos muros…

- "Hasta que el océano se acabe...
estaré aquí."
Saca su corazón
y nos lo da a beber.

Aminetu, la dilatada,
la que sonríe tras la furia
de los corceles del miedo,
la que sabe ser
en el grito y en la duna,
alba caliente de sus manos,
se consume su arrebol.

Y si son las piedras las que gritan
porque el odio alimenta sus hendijas,
no me taparé los oídos.
Escuchemos juntos
cómo la tierra se retuerce,
para avanzar por la zona en sombras
de las nubes de sus cielos,
extenuadas de tanto gemir.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Dull would he be of sould... Embotada tendría el alma

"Dull would he be of sould ..."
del poema "Upon Westminster Bridge"
William Wordsworth

Embotada tendría el alma y los sentidos para no sentirte esa noche, para retroceder ante tu mirada, para -fugitiva- buscar la tenuidad de mis pasos rumbo a la salida, la que esquivara el encuentro.
No reconocernos entonces sería el triunfo rumboso de la rutina, confín inútil que disgrega, disemina, dispersa...
Huir de tus tuétanos, de lo que allí escondes o acaso buscas. Es tan difícil a veces entenderte!
Los murciélagos de la nada vuelan alrededor y su tropel me aturde. Me nacen mundos infinitos que no sé si son ofrenda o temporal, beatitud o hacha. Enjaulado mi vientre hace guardia y los párpados se agitan, reclaman luz. Pugnan mis palpos por escalar tu sustancia, por ceñirse al umbroso montículo de tu sombra y destapar sus dudas, arañando si fuera preciso tu armadura para desvelar el fulgor.
No sé por cuánto tiempo se prolongará la espera, qué rastro habré de seguir.

martes, 24 de noviembre de 2009

Nature´s nocturne

Hoy hubiera necesitado volver al bosque.
A los árboles de cemento sacudir el hormigón de las raíces para obligarles a venirse conmigo. Mover las ramas de los semáforos, sus metálicos tallos. Aventar los nidos que crecen en el embozo de las estatuas. Acariciar la nuca de los insectos que devoran las migajas que caen de las ropas de los viandantes, los que siempre van deprisa, los desposeídos del tiempo...
Si sólo una de las plantas sembradas en las macetas de los balcones se rebelara contra su escueta prisión, decidiera no florecer más, no llenar más de luz la esquina de esa casa...
Hoy quisiera tener esqueleto vegetal, llenar mis pulmones de savia y devorar el dióxido de carbono del mundo espantándolo para siempre.
Pero no sé fluir, me devora la impaciencia, aúllan mis linfas por un pedazo de paz. El espinazo se me quiebra de tanto agitarme y estremecido se mira en los ojos poderosos de los mirlos. Ellos me hablan de un vínculo imperial, el que les une a los gozos, a los ritmos vivos, a la melodía de las aguas y de los musgos, a la serenata que se esconde bajo las masas del jardín. Allí se despliega el corazón de la materia, con la errancia del que conoce el secreto de la formación de las nubes, con la distinción de saber ver tras la opacidad de los objetos comunes, los que nos rodean y nos aislan de la intimidad de la tierra. Profusas son sus fuerzas, expansivos sus frutos y en el cíclico cielo de lunas ofrecidas a pujos toda resistencia se disuelve. Podemos navegar allí, en el todo candente que indiferente a la gravitación, a la relatividad, al fragor del universo... apareja las esferas y partícula a partícula se desordena y se regula incesantemente.
Hoy deberé conformarme con observar junto a mi hijo el crecimiento de las semillas que sembramos, las áridas ilustraciones de su libro de texto con las judías destripadas, diseccionadas en el papel... Parecen dos orejas, le oigo decir, y la risa que se nos cae de la cara aplasta toda desazón. Ahí me engancho y me salvo. Resueno.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Entre la realidad y el deseo - Marina Abramovic y su homenaje a Santa Teresa




"Cocina: rincón de alquimias.
Utero prodigioso donde se almibaran frutos...
El tiempo se consume en esta empresa"

"Me llamaban a la cocina para rebañar los restos de la bechamel que quedaban en la sartén; me ofrecían a escondidas el primer dulce que salía del horno... Y mientras, podía observar a mis anchas aquel singular escenario que a mí me resultaba semejante a los talleres de esos inventores locos en los que no dejaban de suceder fenómenos de lo más extraños.


En una banqueta colocada en un rincón cerca de la alacena educaba mi olfato como perfumista avezado en distinguir olores. Jugaba con los tarros de las especias. Levantaba las tapas e intentaba adivinar su contenido sin mirar el interior : vainilla suave ; acre nuez moscada ; picantona canela...

Distraía la vista siguiendo el circular tirabuzón de las mondas de patata, el rítmico movimiento del cucharón meneando el guiso, el ris-ras de la escoba...

O me quedaba dormido mecido por el cuchicheo de las comadres que parloteaban de sus asuntos con pasión.

Veía caer degollados sin piedad bajo la afilada hoja del machete pollos, pavos, conejos... Contemplaba sin pestañear cómo eran cuidadosamente desplumados o despellejados, troceados ... con total impunidad. A veces, sus ojos muertos seguían mis movimientos asomados al cubo de la basura. Más tarde, aparecerían en mis sueños convertidos en gigantescos monstruos que venían a devorarme para hacerme pagar cara la cobardía de no haber movido un solo dedo para salvarles..."
De mi relato inédito "Las mujeres de mi vida"







sábado, 21 de noviembre de 2009

Envuelta en la niebla





Si un oasis buscas, mira dentro de tí. Supuesto está que el fondo aparece oscuro, que los repliegues del alma más de treinta veces deberás rasgar, que el desgobierno invadirá muchos de tus actos y que para entrar en la galería hay que tener valor. Posado en el silencio, sentirás frío. Aullarán lobos, te cubrirá la niebla, buscarás ansioso acordes más cálidos pero sólo encontrarás rostros difusos... Los lívidos signos te remitirán a otros, escritos en opaco cristal- noche oscura-.
Pero el hielo parirá la luz y del árbol tronchado crecerá la voz, se afilará las uñas y retomará el aliento del universo. En  nombre del destino aguzará la mirada y los troncos leerán el infinito verso, las frases para ti guardadas.
Desdoblarás tu mundo para poder saltar y verás esfumarse la bruma, la polvareda del llanto, la sinrazón del miedo. Que nada empañe tu camino.

(Para "el barón rampante" and company)

jueves, 19 de noviembre de 2009

Para los que luchan por arrancarse los hilos




"Hoy escapé a tiempo del cementerio de marionetas rotas.
Tras un largo sueño de crisálida,
me arranqué los hilos.
A pesar del viento loco y solitario,
que a gritos pretende robarme
a toda costa el equilibrio,
traigo intactas las raíces.
Hoy soy transparente,
frente al tiempo y los espejos..."

Rosario Troncoso en el poema "Soliloquio"


"La idea de los juguetes en manos de Dios es tan antigua como todos nosotros. Y quizá por eso es tan cierta como que siempre existe una cara oculta de la luna, un rostro velado que llevas pero que no te pertenece, que queda a las espaldas incluso en noches como éstas en las que ese Dios que dijimos, lo querrás o no, te hace comprender que eres lo que eres, casi nada, y que es inevitable entender que «un hombre sirve/ para muchos cuerpos./ (y que siempre) Siempre es de segunda mano». Y entonces igual nos queda apuntalar de qué Dios hablábamos, de qué Dios hablabas, de cuáles eran tus creencias; pero eso tampoco importa tanto. ¡Qué más da! Después de todo cuando el mar te cubra no habrá sirenas esperándote. Y con nombre o sin él la vida sigue y los juguetes, todos los que somos, permanecerán desparramados sobre el suelo."
Manuel Bernal en el prólogo del libro


Puedes encontrar a Rosario Troncoso en:
elaticodelosgatos.blogspot.com

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Del vivir y sus circunstancias

Cuando pienso que todo lo que crece

su perfección conserva un mero instante...
de William Shakespeare



Sí, yo también me decía: vivir es otra cosa
que este olvido del tiempo que pasa y de los estragos
del amor y la usura -eso que hacemos
día y noche: surcos en el mar,

en el cielo, en la tierra, sucesivamente pájaro,
pez, topo, en fin jugar a agitar el aire,
el agua, el polvo, los frutos; haciendo de,
ardiendo por, marchando hacia ¿cosechando

qué? El gusano en la manzana, el viento en los trigales
porque todo cae otra vez, porque todo vuelve
a empezar y nada es idéntico a lo que fue,
ni peor ni mejor,

que no cesa de repetir: vivir es otra cosa.

Poema de Guy Goffette