lunes, 12 de abril de 2010

Open-Closed...Join me

            Hoy sería capaz de desaparecer, no de morir.
"El movimiento ocurre en el tiempo y en un solo movimiento podemos estar fuera del él"dicen los derviches. Quisiera conocer su ritual, esa forma de abrir las puertas desde lo mecánico hacia lo divino, y volver al origen, a lo absolutamente real, a tocar los hombros de las nubes y entrar en el ombligo de la tierra. 
Pero -sin dejar el cuerpo- salir desde mi piel para volver a entrar tras el viaje, después del trance, de seguir el movimiento de los átomos...
Y vaciarme, hacerme canal, cinta sin fin. Bajo otro cielo raso curvar mi apariencia. Drenar mi interior vomitando los miedos, la angustia que nos zumba en las arterias a los desposeídos del progreso, ese que nos limita por hacernos libres. Y girar así desencarnada, sola en mi desmenuzamiento.
Después entrar de nuevo en el tiempo claro. Con la alborada mecerme en el arrullo de los bulbos en flor, los que no piden sacrificios para crecer limpios. Y volver a la manada dispuesta al arrebato, con porte digno avanzando sin ceder el sitio. Y desposar a quien me estremezca, a quien me ofrezca su compañía en el viaje, a quien no se preocupe por buscar lugar para dormir, a quien no tenga miedo en lamerme las heridas, a quien se deje solear por mi luz o cubrir por la roída capa de los días vividos, los que ya no pueden volver.
Errantes gozosos. Abriendo brechas tras el muro, sumergiendo los huesos y los pasos en lo insondable, en el sargazo indefinido que puede esperar a los que ya no tienen prisa. Y dejarse crecer nueva piel para recrearse en cada poro, en cada rendija inaugurada por las caricias y los abrazos, entre el jadeo del mar o en la calima. En este espacio único dejar rodar las vidas sin puertas, sin preguntas, sin distancias.

viernes, 9 de abril de 2010

She trembled as he spoke

Si le oye o recuerda su voz, si cree haber visto el reflejo de su sombra al volver la esquina...
A veces le siente cuando él la nombra...
Y tiembla.
Como cuando niña, como quien se atreviera a inaugurar el mundo, el imaginado, el de los sueños...
Y entonces descubre de nuevo cómo huele el aire: smell of desire.
Y estallan las esquirlas de su vientre.
No puede disimular que su armadura -esa coraza creada para poder seguir- pide que le revienten los goznes, que la descerrajen, que la sobrevengan y la sobrepasen, que el loco caballero venza el desatino y aparte la cortina. Y entrometerse, sobrevenirse el uno en el otro y deshacerse en cascadas, espumas, arrebato de luz, fondeadero, bahía, montaña, lago en el que adentrarse y perderse hasta la inanición.
No atenerse a las normas, bogando hacia el horizonte de la luna sonriente, la que les envuelve con su halo cómplice para mullir su lecho y seguir cabalgando la noche entre lametazos y besos, al compás de sus pulsos acelerados, del halo de sudor, de los nudos que se deshacen -poros abiertos- virajes que chapotean lubricando cada curva.
De un soplo apagan el farol. No habrá testigos, nadie sabrá lo que ocurra después, a nadie importa.