martes, 19 de abril de 2011

Nocturno


Luna azul, nube azul.
Me gusta verlas.
Los poetas somos así.

Y aunque se me trepen los diablos a la nuca
para no dejarme dormir
sigo creyendo que es sencillo amar.

Puede juntarse toda la arena del desierto,
pueden confluir todas las mareas,
pero tras la noche, llegará el amanecer
y seguirán uniéndose los labios,
rozándose los vientres...
La cueva acogerá al fuego.
El viento buscará la calma tras soplar.
Pétalos, gotas, brazos, dedos,
dimensiones de la gozosa reunión.
Humedad y calor interminables
de ese lenguaje subversivo
que diluye o estira al tiempo.

Luna azul, nube azul.
Territorio de asombros y caricias
que arropan y acompañan.
Daré vida a la voz.

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