lunes, 18 de julio de 2011

http://www.youtube.com/watch?v=3ic6dLCGIQs&feature=related 
Aunque nos sabemos solos desde el primer día hasta el último, nos gusta compartir a tramos el camino, pisar donde otro pisa, juntar las manos, reír un rato con... Y aunque frágiles, sensibles al pálpito, a la luz, al miedo y al olvido, somos fuertes cuanto más nos dejamos la piel, curiosa paradoja que nos hace crecer. Y cuántos somos los que miramos a la luna a la vez, cada cual desde su agujero, pero al espacio llegan hechos uno todos los suspiros, todos los lamentos y se vuelven sólo sustancia inquieta, semilla, larva, energía pura. No hemos descubierto todavía los límites de la vida. Los sentidos nos fallan. No nos sirven demasiado para captar la esencia verdadera de las cosas, su delicado don, la fuerza que nos empuja a seguir más allá de nosotros mismos. Por eso debemos cuidarnos con mimo, conscientes de nuestra incontenible necesidad de darnos a pesar de todo, más allá de la razón, sabiendo lo impreciso de nuestros pasos, nuestra humana debilidad.

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