jueves, 28 de julio de 2011

HE APRENDIDO ALGUNAS COSAS

Después de tanto vivir he aprendido algunas cosas:
que si estás vivo, debes gozar con todas tus fuerzas cada experiencia,
que debe quedar exhausta tu amada de tanto besarla
y que debes caer rendido después de oler cada flor.
Que una persona puede pasarse horas mirando al cielo,
puede pasarse horas mirando a un pájaro...a un niño, al mar.
Que vivir en la tierra es hacerse parte de ella,
es arrancar las raíces que no se quieren separar.
Que si te apegas a algo, no dejes de abrazar con fuerza a un amigo,
no dejes de luchar con cada músculo, tu cuerpo entero, toda tu pasión.
Y si te tiendes por un momento en el calor de una playa,
descansa como descansa la arena, como una hoja o un cantal.
Escucha cada canción maravillosa, plenamente
como zambulléndose desde un acantilado.
Uno debe hundir primero la cabeza en la existencia, en el esmeralda del mar.
Que tierras distantes te atraerán, gentes que no conoces
y debes arder en ansias de leer cada libro,
de conocer la vida de los demás.
Que por nada debes reemplazar el gozo de un vaso de agua,
y debes llenar tu vida de anhelos
sin importarte cuánto sea el placer.
Que debes sentirte orgulloso de conocer el sufrimiento en todo tu ser
porque los dolores, como las alegrías, hacen crecer a quien por ellos pasa.
Que tu sangre ha de mezclarse con la gran circulación de la vida
y en tus venas ha de fluir interminable la fresca sangre del vivir.
Que si estás vivo, debes buscar toda experiencia,
fusionarte con los ríos, el cielo, el cosmos
pues aquello que llamamos vivir no es más que un regalo entregado a la vida
y la vida es un regalo que nos han puesto en las manos.
Ataol Behramoglu (Turquía)

(De esta noche en que me siento especialmente torpe en el vivir y miro para los lados intentando ver, aprender algo para el resto del camino)

lunes, 18 de julio de 2011

http://www.youtube.com/watch?v=3ic6dLCGIQs&feature=related 
Aunque nos sabemos solos desde el primer día hasta el último, nos gusta compartir a tramos el camino, pisar donde otro pisa, juntar las manos, reír un rato con... Y aunque frágiles, sensibles al pálpito, a la luz, al miedo y al olvido, somos fuertes cuanto más nos dejamos la piel, curiosa paradoja que nos hace crecer. Y cuántos somos los que miramos a la luna a la vez, cada cual desde su agujero, pero al espacio llegan hechos uno todos los suspiros, todos los lamentos y se vuelven sólo sustancia inquieta, semilla, larva, energía pura. No hemos descubierto todavía los límites de la vida. Los sentidos nos fallan. No nos sirven demasiado para captar la esencia verdadera de las cosas, su delicado don, la fuerza que nos empuja a seguir más allá de nosotros mismos. Por eso debemos cuidarnos con mimo, conscientes de nuestra incontenible necesidad de darnos a pesar de todo, más allá de la razón, sabiendo lo impreciso de nuestros pasos, nuestra humana debilidad.

jueves, 14 de julio de 2011

Hace tiempo leí a alguien que decía que escribir así, aquí en internet, como tantas veces hacemos en los blogs, era un cierto ejercicio de exhibicionismo, pero que desnudarse de esta forma suponía también un acto de libertad.
Ciertamente es así. Muchas veces escribo aquí y me quedo con el alma al aire, expuesta a todos los vientos, a todas las mareas, no siendo totalmente consciente del efecto que mis palabras pueden producir. 
Pero ¿acaso es malo producir emociones?
En ocasiones una lectura, la contemplación de un cuadro, una música ...me han despertado del letargo y he sentido como cuando sacamos una botella del congelador y el líquido poco a poco se va licuando, y en ese proceso se producen ruidos, como pequeños estallidos al cambiar de estado. Así de convulsos estamos a veces, y se nos remueven nuestros fluidos interiores... Sí, esa es la emoción, el ser que se nos revoluciona porque está vivo, porque aún no somos materia inerte, quizás algún día lo fuimos, quizás algún día  lo seamos, pero ahora, ahora estamos en otra y tenemos la obligación de fluir, como lava o como agua fresca, a borbotones, en hilillo o en cascada...ça dépend.
Por eso mostramos los huesos doloridos, la carne alborozada, el vuelco, el fulgor, el vértigo o el gozo y acudimos en busca de las palabras o ellas nos encuentran, quién lo sabe.