Dicen que en el polvo oscuro del asteroide Bennu
hay claves de la evolución prebiótica de la Tierra.
Que a 6.200 millones de kilómetros de aquí pueden encontrarse datos del origen de nuestro sistema solar.
Carbono y agua en el principio.
Ese agua en el que nadamos en nuestros días uterinos
y ese agua que nos nada aún ahora.
Ese carbono,
único elemento capaz de abastecer a un organismo complejo de la diversidad química que necesita para existir.
Porque nuestros ancestros conocidos nacieron y murieron siempre en el mismo planeta. O no.
Por eso,
más allá del silencio oscuro al que nos asomamos,
algo vibra y resuena.
Esos "sonoros silencios sucesivos"
cadena atómica del ADN interestelar.
Y no saber aún
en qué consiste la vida.
*sonoros silencios sucesivos pertenece al poema " Antorcha en el mar" de Jaime Siles
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