La noche se deshace.
Cae hecha rodajas
y hasta se pierde
en el fondo de la copa
donde ya ni hielo queda.
Te quitas los zapatos
con ese ademán rutinario
tantas veces repetido
hoy nuevo para mí.
Y tu mano se desliza por la colcha
y mi mano, sin querer,
imita el gesto.
Y las palabras se estiran,
a veces traicionan,
porque las miradas
ya hace rato que se buscan
... y quieren encontrarse.
Más cerca.
A una distancia más corta.
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