martes, 20 de julio de 2010

Cuando el hambre aprieta II

"Si comes demasiado poco,
estarás hambriento como un cuervo.
Si comes hasta hartarte,
sufrirás dolores de estómago.
Si comes poco,
el resultado será mal humor, sequedad e indigestión.
Come el alimento de Dios,
 y fácilmente digerirás los nutrientes,
navega como un barco en el océano del espíritu.
Sé paciente y persistente en el ayuno,
y recibirás sin esperar,
pues el hombre ahíto
no espera el pan, sino
que se pregunta cuándo llegará la hora de comer.
A menos que tengas esperanza,
la generosidad del alimento de Dios no vendrá a ti.
Practica la espera como un ser verdadero,
por el bien de los platos de la dicha.
Al final todos los hambrientos encuentran comida,
pues el sol brilla para todos.
Si para tu huésped principal sólo tienes alimentos pobres,
trae los mejores.
No dudes en ser un generoso anfitrión.
Pues la ladera de la montaña encumbrada
siempre espera el sol brillante del amanecer."
RUMÍ

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