lunes, 26 de octubre de 2009

Frozen River

En esa tierra de nadie, avanzas apostando tus entrañas, dejando jirones de alma en cada paso, con la violencia ofensiva de quien se consume en una empresa inútil, sin auroras ni lunas nuevas, quebradiza y convulsa, casi febril.
Tu ser fragmentado -inerte a las fragancias de la memoria, que ahora sólo recibe dudas y vacíos- se inicia en un camino sin salida. Qué se esconderá tras esta miseria que te sube a los labios, rasga tu piel como la de las uvas tiernas, agudiza tu dolor...
De mi libro inédito "a veces cuando llueve, nos llega el olor de la sal"

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