lunes, 10 de mayo de 2010

Las células T y Pablo Milanés

"El gen HLA B57 impulsa la producción de un mayor número de células T, glóbulos blancos defensores del organismo ante patógenos invasores que se adhieren firmemente a las porciones de la proteína del VIH, lo cual ayuda al organismo a mantener bajo control el virus, señalaron científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard.

Por medio de un modelo por computadora se demostró por qué un pequeño porcentaje de las personas infectadas con VIH nunca desarrolla el sida. El hecho consiste en que, las células T son capaces de reconocer a los organismos invasores, explicaron los investigadores en un artículo publicado en la versión online de la revista Nature."

Mi corazón no tiene células T. No es capaz de reconocer a los organismos invasores. Le abordan por cualquier parte y siempre consiguen pasar. Mordaces o mezquinos, gloriosos o bribones, atraviesan y se hacen carne entre mis proteínas, mis células y mis tejidos. Reproducen mis metáforas, las que uso para protegerme de los microorganismos de la vida cotidiana, y las que uso para alejarme del vértigo, de la falacia, de la estulticia ...
Cómo descomponer un día, digerir la dosis exacta de sueños que se necesita para navegar por tu mirada en el espejo, la que convoca al arrebato cuando los pies caminan sobre brasas pero las alas siguen colgadas en el perchero y te sobrevienen las ganas de manar, de emparejar la sed con el aliento, fusión sintética que te visita como la canción que recibes, savia que te hace brincar los linfocitos con el ritmo de un "te agarro, te suelto". Ellos no recuerdan ni reconocen invasores previos, contrariamente a su destino. Se me alborotan y no atienden a razones.
Así me va.
Cómo neutralizar entonces las toxinas adosadas a los acontecimientos, los que no consigo mantener a raya, los que en polvareda me empapan y afilan sus uñas destruyendo mi primera línea de defensa (como cuando nos cortamos y la piel se intenta cerrar lo más deprisa posible)
Si por las tripas transita dulce sabor de otros días, cómo no intentar "mirar las cosas por el lado de la luz", el que reconoce lo que le gusta, lo que me sienta bien, lo que llena mi plexo solar y puede inundarme hasta la médula... agua rumorosa que deseo se acerque hecha palabra o risa, o mejor susurro, caricia o beso, gestos que inmolen todas las preguntas y todos los porqués en una pira que arda sin pedir más, nada más.
Consiguieron inflamar mis vísceras, hacerme verter por los cauces, latir ardientes mis pulsos pero no pudieron hacer nada más.  Mi corazón no es inmune pero resiste, aún resiste.



No hay comentarios:

Publicar un comentario