lunes, 21 de diciembre de 2009

Divenire-diventare...

Decidida a ser, no sólo hacer, pasar, ver, mirar ...
Algo me invita a mover los huesos -el ánimo estirado- cara al viento, al destino que por aquí llegue, sin esperar ya albas ni horizontes que iluminen el camino.
Pasos frondosos aunque el andar me descarne a veces.
Tormentas y virajes deberé enfrentar, infinitos por delante y nada por detrás o más bien ninguna certeza, pero no importa.
Hecha onda, seguir los mapas ocultos en la tierra. En el lapso del tiempo, el que nos cubre y el que se esconde entre las piedras, ahí echaré raíces que se alarguen hasta la espesura donde el cauce comienza.
Nada se volverá a repetir, únicos sonidos que están por decir, por encontrarse, por construir...
Debo empezar a ser. Mi pie dibuja círculos en el hueco de las sombras y la niña de ayer se acerca a visitarme. Aprenderé a callar para multiplicarme y volveré a compartir la piel de las nubes. Quién me enseñará su secreto.
Me ajusto el vientre, despliego mis venas y te oigo llegar.
Eres yo y no me asusto. Me hago a un lado y te hago un sitio, roce pálido de mí misma, habitante del olvido que se quedó tras la bruma. Lames mis raíces y templas mi voz. Ya no dudaré.


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